jueves, 14 de abril de 2011

NIÑAS Y AMIGAS

Como “migas” o amigas se designaba indistintamente a las señoras que educaban niñas y a los establecimientos en que las recibían durante la colonia, por los años finales del 1600. La tradición española consagraba la práctica de que estas maestras no fueran ni por el nombre ni por los conocimientos. Su tarea más precisa era enseñar catecismo y buenos modales, y sin duda para muchas madres su principal virtud consistía en retener fuera del hogar por unas cuantas horas diarias a los niños de ambos sexos.
Nadie pretendía exigirles preparación profesional porque tampoco su labor era considerada como una profesión
Muchos niños recibieron su primer experiencia escolar en la Amiga de la vecindad o barrio donde Vivian. Su maestra usaba el método individual para enseñar a la docena de niños y niñas que asistían; llamaba a uno por uno a su lado y le hacía pronunciar una letra impresa en el silabario. La primer pagina del libro tenía un grabado del niño Jesús. Señalaba rimero al dibujo y el alumno decía, “Jesús y Cruz y la que sigue es…” y cuando la maestra indicaba una vocal o consonante en la siguiente pagina, continuaba “…la que sigue es B”. Pronunciar las letra era el “deletreo” y le seguían por ejercicios de silabas y palabras. Al terminar los estudios del silabario el niño era festejado en la Amiga y recibía aclamaciones como: “¡Viva! ¡Viva! Que acabó la cartilla” (cartilla=silabario común)
Además del silabario, los alumnos de la Amiga estudiaban el Catecismo y exposición breve de la doctrina cristiana, del Padre Gerónimo Ripalda, pero como no sabían todavía la lectura corrida, la maestra cantaba la pregunta y los pequeños contestaban a coro con el mismo sonete.

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