La vida del gremio de maestros de primeras letras estaba gobernada por dos veedores, éstos veedores tenían facultades de examinar nuevos preceptores y visitar las escuelas para asegurar el cumplimiento de los reglamentos.
Ni el cabildo ni el gremio sabían exactamente cuándo había sido creado el puesto de maestro mayor, cada maestro mayor ejercía su puesto, La tradición y no la ley sirvió entonces de guía para la actuación del jefe del gremio.
Los maestros mayores eran la autoridad máxima del cuerpo, presidían los exámenes y visitaban las escuelas junto con los veedores, daban licencias provisionales a los maestros. Supervisaban la ubicación de las escuelas y, cuando había una vacante, como traspaso cobraban una cantidad al maestro que llegaba a ocupar el sitio.
Y parientes de los agremiados solían seguir la profesión e incorporarse al cuerpo.
Solo podían incorporarse al gremio un maestro cuando había un sitio disponible, y pagaban un traspaso al anterior ocupante, entre 200 y 300 pesos equivalente al sueldo de, por lo menos, medio año.
El aspirante tuvo que pagar entre 30 y 70 pesos para un licencia que incluía los costos de documentos legales, media annata y doce pesos al maestro que presidia el examen. Debido a este gasto, un preceptor tenía que estar seguro de tener una clientela suficiente en la escuela para poder sostenerse y pagar los costos de la entrada al gremio. Una vez incorporados al gremio, los maestros tenían que contribuir con uno o dos reales cada semana para costear en ciertas ocasiones funciones públicas en honor del rey o para financiar proyectos del maestro mayor.
Atacaron a Ximeno en lo personal por haber tenido, antes de ser maestro, el oficio “vil” de cómico en el coliseo, de llevar una vida promiscua y tener forma de ser mulato. Ximeno había conseguido el puesto de maestro mayor por medio de influencias y no por su aptitud.
Los maestros contribuyeron el descenso en el poder y un número de gremios a dos factores la competencia de las escuelas pías y la negación del ayuntamiento de honrar las facultades de sus veedores y el maestro mayor.
Después de abiertas las escuelas el juez de informaciones arregla lugares “para que no sientan desfalque en el rendimiento de sus productos los citados maestros”.
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